–me pregunto si hay mercado para venderlas, ¿alguien las comprara?-
Siempre me he considero un melómano (aficionado, talvez) por lo que la mosca fue de gran ayuda en mis gustos musicales, además de leer reseñas acerca de viejas y nuevas bandas; también podías leer notas relacionadas con la cultura popular
“la contracultura”, termino que se acuño en ese entonces para calificar todas las propuestas culturales subterráneas, no muy bien vistas por el grue
so de la sociedad de esos tiempos.
Esta etapa fue muy especial, leí el trabajo de periodistas y escritores muy buenos como: José Agustín, que ya le conocía del “El Universal”, ahora con reseñas extraordinarias, además de dos libros muy buenos de esa época “La Contracultura en México “ y “El Hotel de los Corazones Solitarios”, Hugo García Michel y su critica acida y oportuna, Cesar Benítez, Sergio Monsalvo, Armando Vega Gil, Naief Yehya, las excelentes ilustraciones de Mange, la novel Patricia Peñaloza, (quien conocí personalmente cuando trabajábamos en el IPN) y muchos etc. más.
Descubrí las notas bizarras e industriales de “Atari teenage Riot”, el sonido alternativo “Candle Box”, el gran “I mother earth” y su exquisito rock-progresivo, los acordes metaleros de “Dream Theater” y claro cientos de reseñas de bandas ahora consagradas (James, Pearl Jam, Nirvana, Seven Mary 3, 311, Bush, Garbage, Soungarden, los Peppers, Mother love bone, etc)…
Tuve la fortuna de leer la reseña, luego comprar el disco, escucharlo y analizarlo, claro cuando aún las descargas vía internet no eran populares, y el formato mp3, no estaba muy bien visto. Era todo un placer tener el disco en tus manos, destaparlo con sumo cuidado, olerlo, leer el booklet y claro escucharlo…
Era casi
un ritual, escuchar el o los discos recién comprados y darle una hojeada a las páginas de la revista más moscosa de la década de los 90`s. La mosca en la pared, la comencé a comprar bajo el concejo y aprobación de una amiga de la escuela, con quien compartía gustos musicales.
Con un diseño bastante criticable por lo menos los diez primeros fascículos, la cual se fue mejorando paulatinamente, hasta llegar a un diseño innovador; La mosca fue en ese tiempo revolucionaria, irónica y rocanrolera por excelencia, principalmente para quienes vivimos en la capirucha, pues fue una fortuna que la presentación moscosa se haya realizado en un antro muy cerca de casa, en donde conocí decenas de Bandas nacionales y extranjeras, aun no muy conocidas en México “EL ANTRO” pero esa es otra historia.
Mi pregunta: ¿alguien compraría revistas usadas de “La Mosca”?, no lo se, probablemente si; lo interesante es preguntarme si yo las vendería, tal ves el valor ahora no sea mucho, tal ves solo las pueda regalar al ropavejero; pero al hacerlo, vendería gran parte de mi vida, anécdotas, recuerdos, conciertos, lugares y personas se irían con estas. Y esto no creo hacerlo en un buen rato; pues releerlas siempre es gratificante, recordar viejos tiempos y compararlos con el ahora, reconocer el trabajo de las bandas, conocer la evolución de unas y la desaparición de otras siempre es interesante.
Ahora sigo escrib
iendo y escribiendo mis comentarios, opiniones y preguntas
dirigidas al buzón de “Mamá Mosca” sabiendo que nunca tendré respuesta. El placer de escuchar algún disco de mi colección, comprado gracias a los concejos de la revista; es gratificante.
Finalmente termine de limpiar el lugar que nunca estará limpio y que nunca me cansare de ordenar una y otra vez, pues cada que lo hago encuentro (o reencuentro), alguno de mis tesoros y recuerdos…
Recuerdos que son parte de mi vida. Como en alguna ocasión me dijo mi buen amigo “Felipe”, después de haber pasado un fin de semana de locura.
-si lo estamos contando ya la libramos, seguimos vivos-…
Y cierto después de muchas experiencias buenas y malas sigo contando mis historias, y espero que alguien más las siga escuchando…